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12 Julio 2011 El 45% de la población del municipio gerundense es extranjera, y en algunas aulas escolares alcanzan el 90%. Planea crear una asociación de localidades afectadas. Torremadé teme conflictos religiosos que creen violencia. “Lo que viven los niños en la escuela es irreal en Cataluña” La Gaceta | Noticia El rechazo al actual modelo de inmigración parece que no es sólo patrimonio de la extrema derecha, como algunos han pretendido demostrar. El alcalde de Salt y futuro presidente de la Diputación de Gerona, Jaume Torremadé (CiU), aseguró ayer que intentará que los inmigrantes marroquíes no puedan votar en las elecciones municipales, ya que este derecho “aumentará las diferencias y hará la gestión más compleja”. El democristiano se pregunta por qué tienen derecho a voto en las municipales cuando en el resto de elecciones no es así. Torremadé se mostró preocupado por los efectos de la irrupción de la comunidad marroquí en la vida política al afirmar que “en las municipales se puede incidir de forma más marcada porque la fuerza es del más potente, de quien más representa”, en referencia a que el 45% de la población de Salt es extranjera. Además, auguró una entrada en conflictos religiosos que pueden desencadenar graves incidentes. El alcalde de Unió Democrática, erigido en representante de decenas de municipios catalanes cuyas cuotas de inmigración rozan el 50%, quiere nuevas medidas para reducir la presión migratoria porque la “saturación” a la que está sometido el municipio queda muy lejos del modelo de sociedad catalana, por lo que ahora reclama acciones para “reequilibrar la situación”: “La realidad de Cataluña no es tener un 0% ni un 45% de población foránea”. El alcalde está convencido de que una de las medidas que rebajarían la presión es la de obligar a los municipios que construyen grandes polígonos industriales a edificar viviendas de protección oficial para que los extranjeros se vayan a vivir al municipio donde trabajan. Así se conseguiría acabar con un problema económico endémico para muchos ayuntamientos, que tienen que lidiar con los problemas sociales y de convivencia, y con la escolarización de las familias de quienes trabajan en un municipio distinto al de la residencia.
Torremadé también apuesta por una nueva redistribución de los alumnos extranjeros, ya que en algunas aulas de Salt superar el 90%: “Los niños tienen derecho a gozar de una escuela próxima, pero también a que la realidad de su marco escolar se aproxime a la realidad catalana. La realidad que viven, en cambio, es extraordinaria, no tiene nada que ver con lo que vivirán en un futuro”. Aunque Torremadé se mostró convencido de que la inmigración es posible en determinadas proporciones y “esperanzado” en que Salt será “un municipio cohesionado y tranquilo”, lo cierto es que en los últimos años se han producido numerosos enfrentamientos entre extranjeros y autóctonos, donde murió un joven el año pasado. Jaume Torremadé afirmó, además, que las ayudas económicas serán inútiles si no se comprende la realidad del municipio: “No quiero más recursos para tener los mismos problemas, sí quiero recursos para poder cambiar la situación”. Aboga, en cambio, por crear una asociación de municipios con un alto índice de inmigración extracomunitaria para abordar el problema de manera conjunta.
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