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11 Diciembre 2011 La colonia de L'Alfàs del Pi crece y trabaja por favorecer el intercambio cultural El País | Reportaje Mucho antes de que aterrizaran los vuelos chárter en L'Altet, desde el Mar del Norte llegó a España la hija de un rey vikingo tras un largo viaje en barco drakkar. Kristina de Tönsberg, cuñada de Alfonso X El Sabio, murió en Sevilla sin descendencia a los cuatro años de matrimonio. Como posible hipótesis, se apuntó a la melancolía por su añorada tierra polar. La historia de la joven princesa se hubiese escrito de otra manera de haber existido en el siglo XIII una "pequeña Noruega", como la que los descendientes de sus súbditos vikingos fundaron siete siglos después en L'Alfàs del Pi, con las ayudas del bienestar escandinavo para disfrutar de las bondades curativas del sol mediterráneo. Pero estos vikingos de la costa alicantina no olvidan a su antecesora real. Epicentro de vida de la segunda colonia más numerosa del país nórdico, el Club Noruego de L'Alfàs ha contribuido a la construcción de la recién inaugurada capilla de San Olav, el patrón de Noruega, en honor de la princesa Kristina en Covarrubias, localidad burgalesa en la que reposan sus restos. "Es el símbolo de la unión entre Noruega y España", explica Björg Svedbergh, presidenta del Club. Las alianzas entre noruegos y españoles no se limitan al romanticismo del pasado. En el presente, el fútbol se erige como un puente entre culturas. Con el respaldo del Club Noruego, el equipo juvenil de La Nucia CF viajó el pasado verano a Oslo para participar en la Norway Cup, pocos días después de los trágicos asesinatos de la capital noruega. A pesar del triste suceso, el triunfo de los chavales alicantinos, con un resultado de 48-1 tras siete partidos, levantó los ánimos de los seguidores hispano-noruegos. La Copa, expuesta en el local del Club Noruego, es el símbolo de una pretensión por la que el centro nórdico trabaja desde su fundación hace 40 años: favorecer el intercambio cultural entre españoles y noruegos a través de los jóvenes. Cuestión distinta plantea la barrera lingüística de muchos veteranos nórdicos. "El 80% de la población de la colonia noruega es jubilada, y la mayoría sobrevive con un vocabulario básico de español para ir a comprar o ir al restaurante. Vienen a disfrutar, no a trabajar", explica la presidenta de la agrupación nórdica. Con casi un millar de miembros, el Club Noruego ofrece cursos de español y excursiones por el país para que sus conciudadanos se abran a la cultura española. "El perfil del noruego que hay en La Marina Baixa pertenece a alguien de entre 60 y 65 años, una edad difícil para aprender español e integrarse en la sociedad española", advierte el cónsul honorario de Noruega en Benidorm, Jan Arild Nilsen. En la pacífica colonia noruega, donde la crisis económica no afecta ni a las rentas ni a las pensiones de sus habitantes, el idioma es el único problema que detecta Nilsen, médico de profesión, afincado en la Costa Blanca desde 1983. Según los datos del Ayuntamiento de L'Alfàs del Pi, alrededor de 2.000 noruegos están empadronados en el municipio, pero la cifra real de residentes temporales podría superar el doble. "Hace unos años elaboré un pequeño estudio y llegué a una población de entre 6.000 y 8.000 habitantes noruegos en L'Alfàs. Ahora es posible que haya 4.000 más", calcula el cónsul. Aunque la colonia alfasina acapara la representación de las instituciones noruegas importantes, un fenómeno destacable para Nilsen es el crecimiento de la población noruega de Torrevieja, de la que se cree que supera a la de L'Alfàs. El Club Noruego se ubica desde 2005 en una plaza comercial, llamada "centro de servicios", de la urbanización L'Alfàs del Sol. Diseñado por el popular constructor noruego Olav Selvaag, el complejo residencial acoge 150 viviendas, en las que solo viven dos familias españolas entre el resto de vecinos, todos noruegos. En la misma plaza, junto a una peluquería, una tienda de interiorismo, una cafetería y centros médicos, también noruegos, Marit Gjelsten atiende la oficina de ventas de la urbanización para asesorar a los paisanos en materia de alquileres. Residente en L'Alfàs desde hace 22 años y casada con un español, Marit niega que se pueda hablar de gueto noruego en el municipio alfasino. "La gente mayor es un poco cómoda, utiliza la edad como excusa para no molestarse en aprender español, y tampoco les hace falta, porque hay muchos servicios en noruego que les ayudan en todo. Pero las generaciones jóvenes aprenden español y se integran". A sus 18 años, Manuel Ödegaard estudia el último curso de Gymnas -el equivalente a 2º de Bachillerato en el plan educativo noruego- en el Colegio Noruego de L'Alfàs. Con la vista puesta en Noruega para estudiar Derecho, según este hijo de familia mixta de noruego y española, el problema del idioma es difícil de resolver: "Hablamos mucho noruego porque todo lo tenemos en noruego, desde el colegio y la iglesia hasta los supermercados, y la mayoría de los noruegos viven juntos como en una mini-Noruega. No veo que haya mucho interés en aprender español". En un ambiente acogedor en el monte, rodeado de los chalets de la urbanización El Oasis, el Colegio Noruego cuenta con una plantilla de 45 profesionales y con 250 alumnos matriculados. Fundado en 1972, el de L'Alfàs es uno de los tres centros escolares que el Estado noruego tiene repartidos por la costa alicantina. Aunque en Noruega los privados son una rara avis, los colegios que están fuera de sus fronteras sí lo son, pero a la nórdica: el 85% de los ingresos salen del presupuesto público y el 15% restante lo abonan los padres. Frente a la puerta de su despacho, un juletree -el árbol de Navidad- anuncia la fiesta del Adviento. Aunque en 1999 llegó a L'Alfàs para trabajar por un año, a Knut Lithell, director del colegio, no le hace falta volver a la metrópoli. "Si loºs españoles son agradables, tengo trabajo fijo y buen sueldo, el clima es mejor que en Noruega y puedo ir allí cuando quiera en avión desde Alicante o Valencia sin problemas, ¿para qué voy a volver?", reconoce Lithell. Según el director, el colegio atrae la atención de otros servicios noruegos para establecerse en la colonia. Sin embargo, lamenta que la integración de los jóvenes noruegos sea todavía un desafío: "Estamos en una casa de cristal. Intentamos tener contacto con otros colegios españoles, pero resulta difícil que los alumnos noruegos y los españoles compartan intereses comunes. Falta un club de jóvenes para que puedan relacionarse". De la arrogancia a la admiración El mimetismo de lille Norge, la pequeña Noruega, no se detiene en los supermercados o en las librerías. "También hay fontaneros noruegos", añade el sociólogo Johan Galtung, vecino desde 1969 de la urbanización alfasina Escandinavia. Con ironía reconoce que hay una Noruega que se extiende cada día más en La Marina Baixa: "Si hay clubes de filatelia en Noruega, vamos a tener clubes noruegos de filatelia aquí también". Desde la arrogancia a la admiración por la cultura española, a los ojos de este profesor noruego de 81 años la población residente en Alicante ha evolucionado en "tres fases de noruegos": "La primera pertenece a la de los precios bajos y de un cierto ambiente fascista de algunos viejos nazis, y la segunda, a la de los petrodólares de los marinos mercantes. Ahora, en la tercera, tenemos familias mixtas y hay un interés cultural inmenso por España". En un paisaje multicultural donde los noruegos residen junto con un centenar de nacionalidades, L'Alfàs del Pi constituye un ejemplo de convivencia para este reconocido mediador en conflictos internacionales. Como la princesa Kristina, el apellido de este intelectual procede de los vikingos. Pero a Galtung, descendiente de aquel legendario pueblo de navegantes y guerreros, lo que le preocupa es la paz y el entendimiento. Con ese espíritu, propio del noruego-alfasino de la tercera fase, en junio de 2012 Galtung organizará en este municipio de raíces árabes unas jornadas en torno al diálogo de las civilizaciones que, bajo el nombre de Islam versus Occidente, buscará puntos de encuentro y cooperación.
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