Turismo Sanitario: La avalancha de turistas masifica las consultas de la Costa

Fecha Publicación: 
13 Junio 2010

Los residentes extranjeros y los turistas aumentan la demanda durante la temporada alta. El sistema de reembolso, revisado actualmente por la Unión Europea, genera pérdidas en la Costa del Sol, según los especialistas. Algunos viajeros utilizan la picaresca para proveerse de medicinas y acceder gratuitamente a servicios de pago.

La Opinión de Málaga | Noticia

La piel blanquecina, casi lunar, la sonrisa impenitente. En las tumbonas, en el jardín del apartamento, con un café y las gafas de cordel abandonadas sobre las páginas de los tabloides, parecen eternos. Su llegada es una bendición. Los residentes extranjeros de la Costa del Sol generan riqueza, pero también enferman. Sus tarjetas les equiparan en derechos a los españoles. Ellos lo saben y algunos se aprovechan. No en todas partes la sanidad es completamente gratuita.
A pesar de que los hospitales españoles son el blanco de la ira nacional, en muchos casos, por cuestiones razonables, su fama seduce a Europa. El resto de países gana en restricciones. Algunas intervenciones son de pago, las medicinas deben abonarse e, incluso, se niegan operaciones por negligencias íntimas como el consumo de tabaco. «Aquí se opera si hace falta a una palmera», comenta Gregorio Blanco, delegado del Sindicato Médico de Málaga en el distrito Costa del Sol. Incluso las listas de espera, quién lo diría, se prolongan más allá de los límites que marcan la denuncia en España. Hasta ahora, las fórmulas de pago tenían dos vías. Los países europeos abonaban una cuota fija por cada residente, una suerte de compensación establecida en 205,4 euros mensuales por persona con independencia de su estado de salud.
En el caso de los turistas, el reembolso resulta más complejo. Los hospitales españoles extienden facturas que luego deben ser asumidas por las administraciones de origen. El problema está en que la responsabilidad se diluye. El cobro no es automático ni repercute directamente en el centro que se ocupa del paciente.
En zonas vocacionalmente turísticas como la Costa del Sol, no se trata de una aventura puntual. En Marbella, una cuarta parte de los enfermos son extranjeros. La facilidad de acceso a la sanidad inspira la picaresca que, en ocasiones, roza la inverosimilitud. Algunos europeos se empadronan en apartamentos de familiares y amigos para disfrutar de las ventajas de los residentes. En Málaga se han dado casos, incluso, de turistas que recorrían diariamente los centros de Salud para engrosar su maleta de medicinas. Rogelio Blanco evoca la anécdota de una finlandesa que se fracturó un brazo en su país y, ante la perspectiva de esperar más de diez días para la operación, agarró un avión hacia Málaga. Aquí alegó que acababa de sufrir un accidente y fue intervenida de inmediato.
Los servicios más demandados por los extranjeros corresponden a las ventajas sanitarias del sistema español, romántico y atolondrado si se compara con el de otras naciones. Abundan las consultas de especialista y las operaciones de cadera. Además, claro está, del acopio de fármacos. «Siempre decimos que los turistas regresan a sus casas con tabaco, licores y medicinas», resalta Rogelio.
El control no resulta sencillo. Mayte Echezarreta, directora del Observatorio Europeo de Gerontomigraciones y profesora de Derecho Internacional Privado en la Universidad de Málaga, anima a mantener el rigor con las facturas, que no siempre se utilizan en las consultas. Los médicos se enfrentan a un dilema profesional, incluso en los casos en los que las premisas apuntan a la trampa. «De los turistas no conocemos el historial médico y tenemos la responsabilidad de darles lo que piden para que no tengan problemas de salud y metamos la pata», detalla el sanitario.

Masificación
La avalancha de residentes y extranjeros colapsa los servicios sanitarios durante la temporada alta. Rogelio Blanco asegura que la mayor afluencia se localiza en los centros de atención primaria de la Costa del Sol. La masificación está asegurada, especialmente porque el tiempo de respuesta a este tipo de pacientes se eleva por encima de los márgenes habituales. Las barreras idiomáticas y la falta de información ralentizan la atención.
Los expertos buscan soluciones. El repesentante del Sindicato Médico de Málaga apuesta por establecer un sistema de prepago para los hospitales. Muchas de las reivindicaciones han sido incluidas en la propuesta de control presentada por España en la Unión Europea. Una iniciativa que, más que un proyecto nacional, fue una respuesta a una documento que pretendía aligerar aún más las condiciones de la cobertura sanitaria en el extranjero, lo que despertó a las naciones más turísticas del continente, las más perjudicadas.
Los especialistas no discuten la universalidad del modelo sanitario ni el tratamiento igualitario a los extranjeros, aunque piden una mayor regulación. La propuesta española supone un avance en este sentido, especialmente frente a lo que se denomina estrictamente turismo sanitario. La legislación actual atribuye la responsabilidad del paciente al país de residencia. Esto significa que si un jubilado inglés afincado en Torremolinos decide operarse en Gran Bretaña o Suiza, los costes deben ser sufragados por España. Una situación que podría virar radicalmente de la mano de la iniciativa, que ha sido refrendada recientemente por el Consejo de Sanidad de la Unión Europea.
El proyecto aspira a que, en estos casos, los gastos sean asumidos por el país en el que haya cotizado el paciente. Esa es, precisamente, una de las paradojas que reclaman la atención de los médicos de la Costa del Sol. «Los residentes, sin haber cotizado ni un solo día en España, tienen las mismas garantías que los jubilados que han estado cuarenta años pagando a la Seguridad Social», razona Rogelio.
En lo que respecta a los turistas, las contradicciones se multiplican. Los centros sanitarios de la provincia se enfrentan a una cantidad de pacientes que sobrepasa las planificaciones más generosas de la administración. A mayor número de viajeros, más ingresos, pero también más consumo de recursos. Sin contar, por supuesto, los señuelos, difíciles de verificar por los profesionales.

Sobrecostes
El tratamiento sanitario a los viajeros induce a pensar en picaduras de avispa y lesiones cutáneas, pero las incidencias son numerosas, algunas graves y complicadas. A Málaga llegan jóvenes con ganas de aventura, pero también jubilados, enfermos crónicos. Una recaída a veces equivale a una operación de urgencia y el dinero no siempre se recupera. Echezarreta cree positivo cuantificar los costes de cada servicio para futuras solicitudes de reembolso. «En España, en cuestiones sanitarias, no existe la cultura del cobro», añade.
El proyecto presentado en la Unión Europea concede mayores cotas de decisión al país de residencia, que puede denegar la autorización para que los pacientes se operen en otros puntos del continente. Esto supone, en la práctica, que la sanidad española no tendrá por qué abonar los gastos de los residentes extranjeros que regresan a sus lugares de origen para someterse a intervenciones quirúrgicas. Contrapartidas de las divisas. 

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