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13 Mayo 2012 Los rusos toman la costa de la Comunitat con la compra de 1.500 inmuebles en el último año. Junto a los rusos más ricos, crecen las familias de clase media que se asientan en la Comunitat. Las Provincias | Reportaje Tras haber dejado un invierno con termómetros inferiores a los 20 grados bajo cero, cuando los habitantes del extenso país del transiberiano y las matrioskas piensan en el paraíso, imaginan las playas valencianas y la paella. Sí, los tópicos del buen clima y la gastronomía explican que el último año se hayan instalado mirando al Mediterráneo cerca de 1.700 rusos. Aunque cada vez más los exsoviéticos desembarcan, principalmente en la provincia de Alicante, atraídos por las gangas inmobiliarias. Y el paralizado sector del ladrillo los acoge con los brazos abiertos. Ellos no son los únicos que sueñan con una casa en la costa valenciana. En 2011 los extranjeros, tanto residentes como no residentes, adquirieron 10.655 viviendas en la Comunitat, un 42% más que dos años atrás, tal y como reflejan las estadísticas del Ministerio de Vivienda. Despuntan británicos y rusos. Les siguen suecos, noruegos, franceses y belgas, aunque en un porcentaje muy inferior. «Los extranjeros están generando ventas y cierta actividad, una tendencia que sin duda es positiva», afirman desde la Asociación de Promotores Inmobiliarios y Agentes Urbanizadores de Valencia. Los chollos encandilan principalmente a los eslavos. Han tomado la costa, con la adquisición de casi 1.500 inmuebles sólo el año pasado. No se lo piensan dos veces al descubrir villas de lujo de un millón de euros que se venden un 30% más baratas o pequeños apartamentos de obra nueva por 55.000 euros. Están a la caza de auténticos chollos. «Son conocedores de la actual crisis económica y del stock de viviendas existente. Muchos van directamente a por pisos embargados. De hecho, cada vez más buscan enlaces en la Comunitat de representantes de bancos para que les orienten». Así lo afirma Javier Murguía, presidente de la asociación valenciana de alojamientos turísticos (Valtur) sólo unos días después de regresar de Moscú. Allí este empresario trabaja en la puesta en marcha un local destinado a la Comunitat, que dé a conocerla y anime a los rusos a visitarla así como a comprar una segunda residencia. Las grandes fortunas rusas siguen fijándose en la Comunitat pero la clase media también cobra protagonismo. «Tenemos tanto clientes adinerados que no miran lo que cuesta una casa como otros que entran directos a los chollos», explican desde RomerPlaya Inmobiliaria, en Dénia. Aleksandr Chepurnoy se estableció en la Comunitat hace ya una década. Hoy coordina la Asociación de inmigrantes de países de Europa del Este en Alicante. «En los últimos años ha cambiado el perfil de residente ruso. El comprador ya no es sólo el multimillonario con cadenas de oro. Hoy crece la clase media que compra viviendas más baratas. Para ellos la Comunitat es un paraíso», explica este ruso, quien añade que les gusta «el carácter acogedor de aquí y la seguridad que hay». El sector de las viviendas es conscientes del filón de los extranjeros y, en concreto, de los rusos. Por ello, el mes pasado el Patronato de Turismo de la Costa Blanca y la asociación de promotores Provia acordaron colaborar para dar a conocer la oferta inmobiliaria de Alicante en el mercado ruso. En la actualidad, residen entre Valencia, Alicante y Castellón 14.300 personas procedentes de la Madre Rusia, según los últimos datos del INE. Un 30% más que antes de la crisis. Uno de los símbolos que evidencia su presencia es la imponente iglesia ortodoxa que se levanta a las faldas de la exclusiva urbanización Altea Hills, la primera de España, con materiales traídos expresamente de los montes Urales. Dimitri Babichev acaba de mudarse a la Comunitat. Llegó con su mujer a principios de año. Pasa tres meses en la Font d'En Carròs, donde han comprado una villa en una urbanización de lujo, que alterna con otros tres meses en San Petersburgo. «Mi trabajo me permite elegir dónde residir», explica este ruso que se dedica a hacer maquetas de barcos. Este oficial de la Marina Rusa, especialista en Electrónica, destaca que la calidad de vida en España es mejor que la de su país y espera que el próximo curso su hija se traslade a la Comunitat con él y prosiga sus estudios universitarios en aulas valencianas. Entre los extranjeros que echan raíces en tierras valencianas destacan los jubilados. Por ejemplo, casi cuatro de cada 10 ingleses empadronados en la Comunitat tienen más de 65 años. Son un grupo muy representativo pero ya no es el único. Cada vez más familias jóvenes se trasladan a la Comunitat. Uno de los casos más claros lo escenifican los noruegos. Las personas de esta nacionalidad de entre 16 y 44 años en la Comunitat han aumentado un 90% en cinco años los jubilados, un 50%. «Cada vez hay más familias jóvenes con hijos. Se trata de personas que no necesitan estar en un lugar concreto por su trabajo así como quienes llevan su empresa por internet, entre otros casos», apunta el cónsul de Noruega en Benidorm, Jan Arild Nilsen. La colonia de nórdicos «comenzó a formarse en la década de los 70 y desde entonces ha ido en aumento. Llegan atraídos por el clima y en su momento, por una economía favorable. Además, hay que destacar el fácil acceso tanto por avión como en coche», asevera. En la actualidad son más de 10.000. «Contamos con dos colegios noruegos con capacidad para unos 200 alumnos pero se está pensando en ampliarlos porque se espera que el curso que viene lleguen a los 300», explica el cónsul. Una muestra más del auge de este colectivo en la Comunitat, cuya economía «es buena gracias al petróleo y al Mar del Norte», añade. Mientras, los británicos siguen siendo los fieles ocupantes del trono de los comunitarios con más presencia en la Comunitat (sólo superado este año por los rumanos, aunque estos a diferencia de los primeros con un marcado carácter laboral). Hay una docena de municipios que son auténticas Torres de Babel, donde más de la mitad de habitantes son extranjeros. En tres de estas poblaciones, el 70% de habitantes nacieron en otros países. Uno de ellos es Rojales, al sur de Alicante. Allí residen más de 9.000 ingleses, junto a alemanes, búlgaros, franceses y rusos, entre muchas otras nacionalidades. La colonia foránea se concentra en un par de macrourbanizaciones en las que residen más de 15.000 extranjeros. Una de ellas es Benimar, donde se combinan exclusivas villas con hileras interminables de adosados. Muchas de ellas cuentan con placas solares y en los jardines se pueden leer señales que advierten 'No dogs. Under fine' (Perros no. Bajo multa). En las rotondas de la zona sólo hay anuncios en inglés, como el de Radio Nova, cuyo lema es 'the music you want to hear' (la música que quieres escuchar). Johanna reside en la zona desde hace varios años junto a su marido. «Decidimos venirnos para empezar una vida más tranquila y relajada y lo hemos conseguido». Esta holandesa de 40 años dejó su trabajo como enfermera y hoy trabaja en una inmobiliaria. Partidos de la Premier La otra macrourbanización de Rojales es Ciudad Quesada. Tras atravesar una entrada con arcos, se aparece una inmensa avenida atestada de bares y negocios al más puro estilo 'british'. Los letreros están en inglés. En los carteles de los bares se anuncian partidos de la Premier League y ofrecen 'hot dogs + beer' por tres euros. Apenas sobreviven algunos negocios locales, como una tradicional ferretería. Allí viven Dorothy y Morris Langlay, una matrimonio británico que no dudó en mudarse hace ya unos años para disfrutar de su jubilación. «Estamos encantados. A nosotros la crisis no nos afecta. Tenemos nuestra pensión inglesa y aquí, acceso a muchos servicios», admiten. Resuena el eco del turismo sanitario. No hablan español y lo entienden a duras penas. «Sólo un poquito», admite Dorothy con una sonrisa, quien ya en inglés, confiesa que tampoco le hace falta aprenderlo. Se muestra encantada con la acogida de la población autóctona. Martin James decidió dejar su Londres natal hace seis años y hacer las maletas rumbo a Rojales con su mujer y sus cuatro hijos «para darles una vida mejor». Tenía amigos que vivían en Alicante y decidió probar suerte. «Este es el mejor sitio para vivir», afirma con una sonrisa. Tampoco él habla castellano. Regenta una barbería y su idea es quedarse «para siempre». Este londinense de 43 años destaca que los extranjeros «dejan dinero en la Comunitat». Raquel Huete, profesora de la Universidad de Alicante y autora de la publicación 'Más allá del turismo: movilidad residencial europea y nuevos núcleos urbanos' analiza la población de San Fulgencio, otro de los municipios alicantinos con más extranjeros empadronados. «La mayoría viven todo el año allí y gracias a las conexiones aéreas de bajo coste vuelven a su país varias veces al año. Algunos se marchan en verano y sus casas son ocupadas por familiares», explica la experta. Otros también optan por alquilar sus viviendas en el litoral durante su ausencia. Huete destaca también el perfil de los más jóvenes y asegura que la mayoría están bien integrados. Los derechos corresponden al medio de comunicación en el que fue publicado
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